Todo lo que he aprendido en esta
materia ha logrado en cierto aspecto abrir mi cabeza razonando sobre el entorno
en el que vivo y relacionando todas las consecuencias de los hechos con sus posibles
causas. Vivimos en un mundo subdividido por países, donde existen culturas
diferenciadas y a la vez una realidad diferente en cada uno de ellos.
He aprendido que la brecha entre los
países centrales y periféricos, ricos y pobres, va a permanecer por años, a
medida de que la unión pueda hacer la fuerza para que esto cambie. El problema
esta en que los que estamos bien, o creemos estarlo, no estamos interesados
para dicho cambio, porque no nos importa lo de los demás y no vivimos lo que le
toca vivir al otro. Cada
vez son más los organismos internacionales que alertan de que la desigualdad
será uno de los grandes retos a los que nuestras sociedades deberán enfrentarse
en los próximos años. Los medios de comunicación hacen eco de esta alarma con
noticias diarias sobre la cada vez más evidente brecha de desigualdad. El nivel
de desigualdad entre los ricos y pobres ha llegado a tocar máximos históricos y
continúa en aumento. Aunque a menudo este hecho se atribuye estallido de la
crisis global en el año 2008, lo cierto es que el incremento de la desigualdad
viene en aumento desde la década de los ochenta. Este trabajo ha evaluado en
qué medida, y de qué manera, los cambios en el mercado de trabajo y las
transformaciones demográficas han contribuido a la desigualdad económica y
social en las dos últimas décadas. Los
países luchan por ingresar al mercado mundial, no importa como, ellos apuestan
todo mediante la especulación, que es un factor que al igual que la globalización
esta haciendo auge en esta actualidad, una actualidad que da techo solo a los
países con poder, las potencias mundiales. Esta lucha es llevada a cabo por un
factor que esta detrás de todo esto, que no da la cara y mientras nadie lo
baje, seguirá involucrando a cientos de personas en este mundo, el capitalismo.
El capitalismo sabe lo que hace, y lo maneja todo a través del capital, y es
ahí donde las personas demuestran su ceguedad al buscar adquirir ganancias, que
a su vez la guiara al dinero, logrando su objetivo, acceder a lo material, demostrando
que el ser humano es un aparato que consume y consume sin fin. Porque la
motivación de una persona desde sus conocimientos es obtener bienestar en este
sistema. Sin razonar, sin evaluar los daños colaterales, estamos sumergidos a
una competencia destructiva, ¿Por qué destructiva? Porque al competir dividimos
a la sociedad según su poder adquisitivo.
Los subsidios que dan los Estados a los
productores pagándoles una suma de dinero con el fin de aumentar la
productividad, y así no enfatizar el ingreso de productos extranjeros es un
factor propiamente negativo para los demás países, que se ven obligados a aplicar
una apertura de liberación de mercados.
Es un proceso ya mecanizado, los países
periféricos dependen de los países centrales, debido a que estos deben exportar
su producción elaborada con una mano de obra barata y así con ese capital poder
importar alimentos para poder sustentar a su población, así logrando como
objetivo que la sociedad no sufra de inseguridad alimentaria y desnutrición.
Entonces… ¿Cómo va a mejorar un país si obligatoriamente debe optar por acceder
a alimentos para la población y no puede mejorar su industria con nueva
tecnología y mecanización? El problema esta en que los habitantes deberían
saber los acuerdos que el Estado toma, pero es imposible porque el mismo oculta
todo.
La respuesta a este interrogante esta subvalorada.
Se llama disciplina, y es el ingrediente básico de la productividad de las
potencias, o de la cooperación de los países ricos. Mientras un japonés
(poniéndolo como ejemplo) trabaja 8 horas exactas, se enfoca en hacer su
trabajo de la mejor manera posible sin perder un minuto de su tiempo en
trivialidades. Mientras un Alemán trabaja toda su vida, siempre tiene en mente
un solo objetivo, y es generar bienestar para los suyos y su entorno. Esto
contrasta radicalmente con la manera como trabajan los países periféricos, ya
que los intereses son siempre particulares como la riqueza fácil, el éxito
rápido, su propio beneficio sin pensar en los demás, descansar, trabajar a
media maquina, hacer el menor esfuerzo y solo esperar para irse a descansar.
Esto es producto de la cultura dañina y corrupta que dejo el narcotráfico,
donde no importan los medios para conseguir el fin, es decir, no importa robar,
matar, engañar, estafar o secuestrar con el fin de conseguir un sustento
económico.
Y seguimos, estamos “bien” para los que
tienen poder, y para los que no… No hay cambio porque el cambio lo hace el que
tiene poder. Solo se piensa en los beneficios, en las ganancias. Es un claro
ejemplo el de los alimentos transgénicos elaborados por una semilla modificada,
teniendo como beneficio producir cultivos en zonas en las cuales no podían
desarrollarse ciertos tipos de cultivos, y aumentar la productividad de la
superficie, y sin ver el lado de los efectos negativos en el ambiente, además
de consecuencias sociales y económicas.
Así como estamos tecnológicamente
avanzados, lo cual nos permite conectarnos a través de los medios de
comunicación, las telecomunicaciones, etc. Estamos destruyendo nuestro propio
hábitat, nuestro lugar. De la misma forma que descubrimos mediante la
ciencia y nos perfeccionamos con la tecnología, podemos contrarrestar los
aspectos negativos como la pobreza y la contaminación.
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