lunes, 17 de noviembre de 2014

Conclusión del alumno Gazzotti Lucas

        Todo lo que he aprendido en esta materia ha logrado en cierto aspecto abrir mi cabeza razonando sobre el entorno en el que vivo y relacionando todas las consecuencias de los hechos con sus posibles causas. Vivimos en un mundo subdividido por países, donde existen culturas diferenciadas y a la vez una realidad diferente en cada uno de ellos.
He aprendido que la brecha entre los países centrales y periféricos, ricos y pobres, va a permanecer por años, a medida de que la unión pueda hacer la fuerza para que esto cambie. El problema esta en que los que estamos bien, o creemos estarlo, no estamos interesados para dicho cambio, porque no nos importa lo de los demás y no vivimos lo que le toca vivir al otro. Cada vez son más los organismos internacionales que alertan de que la desigualdad será uno de los grandes retos a los que nuestras sociedades deberán enfrentarse en los próximos años. Los medios de comunicación hacen eco de esta alarma con noticias diarias sobre la cada vez más evidente brecha de desigualdad. El nivel de desigualdad entre los ricos y pobres ha llegado a tocar máximos históricos y continúa en aumento. Aunque a menudo este hecho se atribuye estallido de la crisis global en el año 2008, lo cierto es que el incremento de la desigualdad viene en aumento desde la década de los ochenta. Este trabajo ha evaluado en qué medida, y de qué manera, los cambios en el mercado de trabajo y las transformaciones demográficas han contribuido a la desigualdad económica y social en las dos últimas décadas.  Los países luchan por ingresar al mercado mundial, no importa como, ellos apuestan todo mediante la especulación, que es un factor que al igual que la globalización esta haciendo auge en esta actualidad, una actualidad que da techo solo a los países con poder, las potencias mundiales. Esta lucha es llevada a cabo por un factor que esta detrás de todo esto, que no da la cara y mientras nadie lo baje, seguirá involucrando a cientos de personas en este mundo, el capitalismo. El capitalismo sabe lo que hace, y lo maneja todo a través del capital, y es ahí donde las personas demuestran su ceguedad al buscar adquirir ganancias, que a su vez la guiara al dinero, logrando su objetivo, acceder a lo material, demostrando que el ser humano es un aparato que consume y consume sin fin. Porque la motivación de una persona desde sus conocimientos es obtener bienestar en este sistema. Sin razonar, sin evaluar los daños colaterales, estamos sumergidos a una competencia destructiva, ¿Por qué destructiva? Porque al competir dividimos a la sociedad según su poder adquisitivo.
Los subsidios que dan los Estados a los productores pagándoles una suma de dinero con el fin de aumentar la productividad, y así no enfatizar el ingreso de productos extranjeros es un factor propiamente negativo para los demás países, que se ven obligados a aplicar una apertura de liberación de mercados.
Es un proceso ya mecanizado, los países periféricos dependen de los países centrales, debido a que estos deben exportar su producción elaborada con una mano de obra barata y así con ese capital poder importar alimentos para poder sustentar a su población, así logrando como objetivo que la sociedad no sufra de inseguridad alimentaria y desnutrición. Entonces… ¿Cómo va a mejorar un país si obligatoriamente debe optar por acceder a alimentos para la población y no puede mejorar su industria con nueva tecnología y mecanización? El problema esta en que los habitantes deberían saber los acuerdos que el Estado toma, pero es imposible porque el mismo oculta todo. 
La respuesta a este interrogante esta subvalorada. Se llama disciplina, y es el ingrediente básico de la productividad de las potencias, o de la cooperación de los países ricos. Mientras un japonés (poniéndolo como ejemplo) trabaja 8 horas exactas, se enfoca en hacer su trabajo de la mejor manera posible sin perder un minuto de su tiempo en trivialidades. Mientras un Alemán trabaja toda su vida, siempre tiene en mente un solo objetivo, y es generar bienestar para los suyos y su entorno. Esto contrasta radicalmente con la manera como trabajan los países periféricos, ya que los intereses son siempre particulares como la riqueza fácil, el éxito rápido, su propio beneficio sin pensar en los demás, descansar, trabajar a media maquina, hacer el menor esfuerzo y solo esperar para irse a descansar. Esto es producto de la cultura dañina y corrupta que dejo el narcotráfico, donde no importan los medios para conseguir el fin, es decir, no importa robar, matar, engañar, estafar o  secuestrar con el fin de conseguir un sustento económico.
Y seguimos, estamos “bien” para los que tienen poder, y para los que no… No hay cambio porque el cambio lo hace el que tiene poder. Solo se piensa en los beneficios, en las ganancias. Es un claro ejemplo el de los alimentos transgénicos elaborados por una semilla modificada, teniendo como beneficio producir cultivos en zonas en las cuales no podían desarrollarse ciertos tipos de cultivos, y aumentar la productividad de la superficie, y sin ver el lado de los efectos negativos en el ambiente, además de consecuencias sociales y económicas.
Así como estamos tecnológicamente avanzados, lo cual nos permite conectarnos a través de los medios de comunicación, las telecomunicaciones, etc. Estamos destruyendo nuestro propio hábitat, nuestro lugar. De la misma forma que descubrimos mediante la ciencia y nos perfeccionamos con la tecnología, podemos contrarrestar los aspectos negativos como la pobreza y la contaminación. 

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